• abril 10, 2018

La brecha salarial entre hombres y mujeres ¿“profecía autocumplida”?

Coaching y Comunicación

La brecha salarial entre hombres y mujeres ¿“profecía autocumplida”?

La brecha salarial entre hombres y mujeres ¿algo de “profecía autocumplida”?

Son muchos los factores que contribuyen a la brecha salarial entre hombres y mujeres y muchas las cifras que se manejan en cada publicación. Entre estos, algunos son impuestos: horarios rígidos, imposibilidad de conciliación o ciertos estereotipos masculinos y femeninos, pero otros muchos creo que parten de nosotras y tienen mucho que ver con las ideas o creencias que vamos construyendo desde que nacemos y que … ¿Podrían ser la profecía autocumplida de la diferencia salarial?

Me refiero a algunas de esas ideas preconcebidas que nos rondan a las mujeres al buscar o cambiar de trabajo  que hacen que aceptemos peores salarios. Ideas que nos delatan en «lo que esperamos ganar» y que en muchos casos tienen que ver con la falta de confianza o miedo a no valer o no merecer lo mismo para ciertos puestos. Muchas de ellas las observo día a día cuando entrevisto a candidatas para procesos de selección, pero dónde mejor se dejan ver es  en las sesiones de coaching o en los programas para la mejora de la empleabilidad, en los que ya no hay nada que ocultar y si mucho de cambiar.

Pero más allá de mis observaciones, lo que me ha llevado a reflexionar sobre el tema, son los datos de este nuevo y reciente análisis de la encuesta Universum Most Attractive Employers – España 2017, elaborado por su representante en España (PEL Services)

¿Qué esperan ganar los universitarios antes de lanzarse al mercado laboral?

Pues según este estudio reciente, ya desde la universidad, las mujeres esperan cobrar entre un 15% y un 16% menos que los hombres. Los datos de la consultora sueca (provenientes de 676.345 universitarios encuestados en 21 países de referencia, en 2017) revelan que España es el tercer país con la diferencia porcentual más alta en expectativas salariales de sus jóvenes, al comparar hombres y mujeres.

Las cifras indican que una de las diferencias salariales entre hombres y mujeres se dan precisamente en sus expectativas salariales, ya en el ámbito universitario, antes incluso de enfrentarse al mercado laboral. Puedes descargarte aquí el estudio 

Las expectativas salariales y la teoría de la profecía autocumplida

Las diferencias en expectativas salariales entre hombres y mujeres ¿podrían actuar como profecía autocumplida en la diferencia salarial?

Según la teoría de la profecía autocumplida, una vez que realizamos una interpretación, nuestras conductas se guían por ella y determinan los resultados. En otras palabras: “Si pensamos que algo ocurrirá sin más remedio, nosotros mismos y sin darnos cuenta hacemos que eso se cumpla con nuestras propias acciones u omisiones”

En este caso, si ya de entrada las universitarias esperan cobrar entre un 15% y un 16% menos que los hombres ¿qué conductas pueden estar guiando sus pasos a la hora de negociar un salario?  ¿A la hora de postular a diferentes puestos? ¿Es posible que eso determine que acabemos también ganando lo que creemos que debemos ganar?

¿Cuáles son tus expectativas salariales? ¿Cuáles son tus pretensiones económicas?

Esta es una pregunta a la que tarde o temprano deberás responder en cualquier entrevista de trabajo: ¿Cuáles son tus expectativas salariales? ¿Cuáles son tus pretensiones económicas? Muchos usamos  alguna de esas frases para preguntar algo tan sencillo como ¿cuánto quieres cobrar?, porque en nuestra cultura el «tema salario» sigue tratándose como un tabú y de ahí tantas florituras.

Es una pregunta obligada porque necesitamos saber el grado de adecuación entre lo que la persona quiere ganar  y el salario que la empresa está dispuesta a pagar para seguir adelante en el proceso.

La mayoría de las empresas cuentan con una política salarial clara, transparente y conocida por todos que es la que aplican para fijar los salarios a los que se incorporan, pero no siempre suele ser así. Otras muchas actúan de un modo reactivo, según las necesidades o presiones del momento, con criterios poco claros y poco equitativos y lo que necesitan saber realmente es cuál es el salario mínimo que aceptarías para trabajar en ellas.

Una vez planteada la pregunta comienza el arte de negociar el salario

No se trata de un juego sencillo, menos si no vas preparado para ello o vas cargado de ideas limitantes al respecto. Y es precisamente aquí dónde con nuestras propias creencias, acciones y omisiones podemos ir condicionando nuestras respuestas hasta cumplir con “la profecía autocumplida” y auto impuesta que, desde mi punto de vista, puede sumar algunos puntos a la diferencia salarial. Y es por lo que creo que no sólo debemos centrar el foco en las políticas de empresas y gobiernos, de gran apoyo, sino también dirigirlo hacia nosotras mismas. Cambiar el punto de mira para explorar y descubrir qué ideas preconcebidas, sentimientos, barreras mentales o inseguridades nos pueden estar condicionando en temas de salario que debamos empezar a cambiar. Solo así podremos asumir la responsabilidad de romper con ellas.

Quiero contar una anécdota de algo totalmente inusual que me ocurrió hace años, a principios del 91, . Participaba en un proceso de selección para un puesto de responsabilidad en Recursos Humanos, al que iba cargada de prejuicios por lo que significaba ser entonces: mujer, con niños pequeños y en plena crisis del Golfo (muchos candidatos «sin ataduras» para escasísimos puestos). Tal y como veía el panorama llegué a pensar incluso que si me cogían en alguna empresa sería por hacerme un favor… Entonces no entendía de asuntos como el ROI, ni teníamos acceso al Coaching. El caso es que fui pasando entrevistas y llegué a la fase de negociación pero cuando me preguntaron por el salario, contesté con arreglo a mis ideas preconcebidas: “lo que tengáis establecido para el puesto». Me dieron las condiciones  y acepté de muy buen grado. ¡Me parecía un sueño! Pero ahí no acaba la historia, cuando fui a firmar el contrato, se enteraron de que tenía dos hijos (no salió el tema en las entrevistas y tampoco hice yo por sacarlo). En ese momento pararon la entrevista, se llevaron el contrato y me dijeron que esperara. Pensé que al descubrir «mi situación» ya no les interesaba. Pero ¿Cuál fue mi sorpresa?, lo que hicieron fue subirme considerablemente el sueldo y revisarme las condiciones ¡antes de firmarlo!.  Pregunté los motivos y alegaron que al tener otros gastos con los que no contaban (guarderías y demás) temían que dejase de interesarme y una vez dentro sería muy difícil mejorar el salario.

A veces la realidad es más benévola de como nosotros la anticipamos. Lo que me ocurrió no es lo habitual, parece surrealista, pero ocurrió. Me demostraron que tenían más margen del que me ofrecieron, que negocié muy mal mis condiciones porque no me valoré lo suficiente o lo hice con arreglo a mis ideas «premonitoras» del momento. Gracias a su generosidad, o a su miedo a que me marchase en poco tiempo, me salió bien pero me podía haber quedado en esos años con un sueldo muy por debajo de mis responsabilidades y del  sueldo de otros compañeros.

Anécdotas al margen, creo que ,una vez más, las mujeres tenemos la responsabilidad de romper esos tan nombrados “techos de cristal” que aunque muchas veces  proceden del exterior podemos desafiarlos porque tienen mucho que ver con lo que nos decimos, con esas conversaciones internas, autoimpuestas que nos llevan a actuar con falta de confianza y nos paralizar por miedo a fracasar o no valer lo suficiente.

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¡Hasta la próxima!

Belén San Miguel

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